Allí estaba el negro animal con su pelaje deslumbrante, silueta majestuosa y unos pies bien aferrados a la tierra. Su figura evocaba temor y cuando se volvía de lado menguaba hasta casi desaparecer. El protegido de Baco observaba el camino desde el promontorio; parecía una esfinge muda viendo los coches pasar. Al llevar tantos años esperando había sido indultado por arte y por tortura. Solitario y testigo de estampidas generacionales, este fantasma bravo, alegraba las carreteras de media España en busca de nuestra identidad.
Toro Osborne de la A-42 (Toledo). |
Y aquí la noticia del día:
http://www.publico.es/espana/391618/un-peregrino-corneado-por-una-estatua
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